Este mes en el reto de Una galleta, un cuento hay un nuevo reto, pero reto, ¡reto!…¡Robinson Crusoe! . ¡Vaya susto! Es una obra muy famosa escrita por el inglés Daniel Defoe. Se trata de la historia de un náufrago inglés que pasa 28 años en una remota isla desierta.
Dicen, comentan, cuentan que la historia tuvo como inspiración hechos reales.
Me ha resultado curioso conocer que aunque esta novela se ha conocido siempre como Robinson Crusoe el nombre real de la obra es:
“La vida e increíbles aventuras de Robinson Crusoe, de York, marinero, quien vivió veintiocho años completamente solo en una isla deshabitada en las costas de América, cerca de la desembocadura del gran Río Orinoco; habiendo sido arrastrado a la orilla tras un naufragio, en el cual todos los hombres murieron menos él. Con una explicación de cómo al final fue insólitamente liberado por piratas. Escrito por él mismo.”
¡Ahí es ná! Título corto…!
Robinson Crusoe es un marino que naufraga y es el único superviviente, logrando llegar a una isla de la que parece ser el único habitante.
Como medio para sobrevivir, toma todas aquellas armas y provisiones del barco que necesita, a la espera de ser rescatado. Cuando por fin empieza a adaptarse a la soledad (gracias, entre otras cosas, a su conversión al cristianismo) e instalarse en la isla, descubre que no está solo en ella, ya que una tribu indígena caníbal reside allí. Crusoe inmediatamente considera a los indígenas como enemigos, y ayuda a escapar a uno de sus prisioneros que estaba a punto de ser ejecutado. Como se han conocido un día viernes, Crusoe le llama “Viernes” y forjan una sincera amistad, a pesar de que no coinciden ni en el idioma ni en la cultura.
Este cuento lo elegió Patricia del blog Pattys cake, la anfitriona de este juego tan divertido. Y además pidió que las fotografías del plato llevasen algunas plantas tropicales, por eso aquí os pongo unas hojas de mi terraza.
Para hacer una receta para este juego pasé por distintas ideas, pero la que estuve a punto, a punto de hacer fue algo que pareciera un volcán… pero después pensé “¿y quién me ha dicho a mí que en la isla había un volcán? Lo dejé pendiente de mirar pero después opté por otra idea “Islas flotantes” sin llegar a mirar lo del volcán. Si queréis ver lo que han hecho mis compas de reto, pincha AQUÍ. Seguro que hay opciones muy interesantes.
Decidí las islas flotantes porque es un postre que preparé hace muchísimo tiempo y que me encantó ¿por qué no? Supongo que este curioso postre nació de la necesidad de aprovechar las claras que sobraban después de hacer las natillas. La verdad que es un forma deliciosa de aprovecharlas.
4 huevos
50 gramos de azúcar
medio litro de leche
1 vaina de vainilla o 1 cucharada de esencia de vainilla
Caramelo para decorar
ELABORACIÓN
- Partimos la ramita de vainilla a lo largo, para que salgan las semillas. Ponemos un cazo al fuego y añadimos la leche con la vaina de vainilla. Calentamos a fuego medio.
- Aparte, separamos las claras de las yemas.
Batimos las yemas con el azúcar, hasta que espumen y blanqueen.
Batimos las yemas con el azúcar, hasta que espumen y blanqueen.
- Cuando la leche haya hervido apartamos del fuego, añadimos poco a poco las yemas batidas y movemos muy bien y enérgicamente para integrar con las yemas y que éstas tomen temperatura, sin que lleguen a cuajar.
- Después lo llevamos al fuego unos 3-5 minutos, sin dejar de batir, hasta que vaya espesando. No debe llegar a hervir. Una vez listo, apartamos del fuego y reservamos en el frigorífico hasta que enfríe.
- Ahora vamos a montar las claras a punto de nieve.
Batimos con unas varillas (puedes hacerlo con varillas eléctricas) unos 3 minutos, hasta que las claras formen picos firmes.
Batimos con unas varillas (puedes hacerlo con varillas eléctricas) unos 3 minutos, hasta que las claras formen picos firmes.
- Es necesario cocer las claras para que queden con la forma de quenelle que queremos y estables.
Les damos forma con dos cucharas y las cocemos un minuto por cada lado en leche hirviendo.
- Se le da vueltas hasta que el azúcar se carameliza, es decir cambia de color y se convierte en un líquido marrón espeso. Con una cucharita cogemos un poco y lo echamos sobre papel de hornear haciendo la forma que queramos.
- Poner en una capa un poco de crema, colocamos encima dos o tres “islas” de clara de huevo, formando como islas que flotan, y por último, decoramos con caramelo a nuestro gusto.
Mi opinión: No soy muy de dulce. Para mi hay que disminuir la cantidad de azúcar y añadirle un poco más de sabor como algo de limón y canela. Seguiremos intentando.
super ricas estas islitas, me han encantado
ResponderEliminarbesoss
rosa
Que bien que se ve este dulde.
ResponderEliminarUn saludito
Que buen postre! Como se va a poner Robinson con tanta cosa rica
ResponderEliminarBss
Que bien cae este postre en el cuento de este mes, se ve delicioso y sencillo de preparar, me llevo una islita jejeje.
ResponderEliminarUn abrazo!
Me parece una idea maravillosa y además va ideal con el cuento. Me encanta!!
ResponderEliminarQué idea más genial!!! Aparte de ricas, son estupendas para el cuento!! Te han quedado perfectas. Mi madre también las hacía y me encantaban!!! Muchos besitos guapa y muchas gracias por participar!!!
ResponderEliminarTiene una pinta estupenda y coincido con las compañeras en que es el postre perfecto para el cuento. Besos!
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